lunes, 24 de diciembre de 2012

El origen de la Navidad, parte I

Ofrecemos en el día de nochebuena el artículo que redactó el periodista Antonio García y que figura en el programa de navidad del ayuntamiento de las fiestas navideñas de 2012-2013:

El origen de la Navidad ofrece múltiples y variadas teorías. No obstante sí podemos concretar que para la Iglesia es un tiempo para celebrar el Misterio de la Encarnación de Jesús como el Hijo de Dios. Las fechas de su celebración, sin entrar en muchos pormenores, se corresponden con la antigua fiesta judía de las luces y, por otro lado, son una forma de dar sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno. 

La Navidad está precedida por el tiempo de Adviento, inicio del año Litúrgico, que comienza el domingo 27 de noviembre y llega hasta el inicio de la Navidad, que conmemoramos el 25 de diciembre. En el calendario cristiano la Navidad concluye el 8 de enero con la celebración del bautismo de Jesús en la aguas del río Jordán a manos de San Juan.

Durante el periodo navideño hay otras fechas a conmemorar, aunque con el devenir de los tiempos, hayan perdido interés o caído en desuso. Entre estas me permito citar el día de los Santos Inocentes. Antaño, por ejemplo, era habitual el gastar bromas, pedir dinero prestado abusando del despide del prójimo, colocar algún que otro muñeco en la espalda de algún amigo o conocido o, cómo no, estar pendiente de los periódicos que ese día solían colocar alguna noticia ciertamente sorprendente a la vez que falsa pero que muchos acabábamos contando como cierta.

No obstante, a lo largo del devenir de la historia hemos rodeado este periodo anual con una serie de bellas tradiciones que aún perduran. Quizás la más familiar sea la de construir belenes, bien en la intimidad del hogar o en espacios públicos. Es San Francisco de Asís en 1223 quien tiene la ocurrencia, en la ciudad italiana de Greccio, de realizar la primera representación viviente del nacimiento de Jesús. Así nace la costumbre de construir belenes que, posteriormente, Santa Clara ayudó a difundir por los conventos franciscanos. En los siglos XIV y XV se modelan en Nápoles las primeras figuras que representan el nacimiento de Jesús. 

Pero antes de su propagación y popularización, el belén o nacimiento es uno de los acontecimientos habituales en el arte cristiano. En el siglo IV ya aparece representado en la catacumba de San Sebastián en Roma. Hasta la Baja Edad Media se mantuvo la variante bizantina de la virgen acostada acompañada por dos comadronas. En el siglo XIV, la virgen está de rodillas y sin comadronas.Durante la Edad Media y el Renacimiento era costumbre representar escenas de la Navidad en el interior de las iglesias.

De la evolución de todas estas tradiciones surgen las figuras y maquetas de los belenes actuales.
Tuvo la afición belenística una época muy importante de apogeo en Nápoles en el siglo XVIII. El Reino de Nápoles perteneció a España desde 1504 y hasta 1713 lo que explica que aquella raigambre napolitana pasara a nuestro país y desde aquí a Latinoamérica. Se sigue, además de en los lugares señalados, en gran parte de Alemania, Provenza y el Tirol. 

No es esta la única tradición que ha perdurado hasta nuestros días, son afortunadamente muchas, y de entre ellas debemos destacar los villancicos. Los primeros que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores, estaban inspirados en la teología y la liturgia de la Navidad. Era una forma sencilla de llevar a los aldeanos y campesinos, que no sabían leer ni escribir, la buena nueva del nacimiento de Jesús. Las letras hablaban del misterio de la Encarnación y, como incido, inspirados en la liturgia de la Navidad.

El villancico “Adeste Fideles”, uno de los más conocidos, data del siglo XVII, y anterior a éste debemos mencionar el famoso “Stabat Mater Speciosa”, atribuido a Jacopone Todi  (1230-1306).

En cuanto al árbol de Navidad, y siendo también muy distintas las versiones del inicio de la tradición, prevalece la que nos indica que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, sustituyó el gigantesco árbol, al que los antiguos germanos rendían culto en el solsticio de invierno, que colocaban en la creencia de que en sus ramas se sostenían el mundo y los astros. 

San Bonifacio, en su lugar, plantó un pino como símbolo perenne del amor de Dios y lo adornó con manzanas, que simbolizaban el pecado y la tentación,  y velas, para representar a Jesús como la luz del mundo. La estrella que ubicamos en la punta del árbol representa a la estrella de Belén y la fe que guía la vida de los creyentes. Hay documentos del siglo XVII que ya mencionan el uso extendido de esta tradición en la región de Alsacia.

En cuanto al alumbrado extraordinario con el se revisten las ciudades en estas fechas, en Fuengirola su inauguración se sitúa en torno al día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María,  puede tener su origen en el antiguo hábito de encender hogueras, durante la noche de Navidad, para celebrar la “iluminación” que para el mundo cristiano supuso el nacimiento de Jesús.

En la Misa del Gallo, en la medianoche del 24 de diciembre, es cuando los católicos celebran el nacimiento de Jesús. Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, “mox ut gallus cantaverit” “en seguida que cante el gallo”. La Navidad se celebra litúrgicamente con tres misas: la Misa del Gallo, la del alba y la del mediodía. En los días sucesivos, 26, 27 y 28 de diciembre los católicos celebran tres fiestas en honor de San Esteban y la Sagrada Familia el día 26, San Juan Evangelista y los Santos Inocentes, en los dos siguientes. Todo ello nos lleva hasta Año Nuevo cuanto se conmemora la primera festividad mariana que surgió en la Iglesia Occidental,  la de Santa María Madre de Dios.

Misas del Gallo en las parroquias de la ciudad
Recordar que esta noche  a las 00:00h tendrá lugar la tradicional Misa del Gallo de la que se habla en el párrafo anterior en las cuatro parroquias de nuestra localidad. Fuengirola TV retransmitirá una de ellas en directo.


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